miércoles, 18 de agosto de 2010

Un cartel

Hace ya muchos años que pienso que la verdadera revolución del arte del siglo XX fue la aparición del cine.

Personalmente en los años setenta del pasado siglo dejé la actividad artística -estaba trabajando entonces en proyectos conceptuales- para dedicarme al cine. Escribiendo sobre él y trabajando en el embrión de la Filmoteca, en Barcelona.

Años después volví a pintar conducido por una pulsión irresistible que ha durado hasta ahora. Pero sigo pensando lo mismo.

Es a partir del cine dónde se genera un cierto tipo de debate. Films como Anticristo de Lars von Trier, no dejan indiferente a ningún espectador. No son las exposiciones, ni las obras de teatro, ni siquiera la literatura -y no digamos el ensayo o la poesía- lo que permite un intercambio de opiniones entre la mayoría de las personas. Pero no son sólo las películas que tienen ya en su origen esta voluntad -polémica- sino también las que parecen optar por una vertiente espectacular como Origen, que encierra algunas de las imágenes más bellas e interesantes que he visto estos últimos años. El cine no ha renunciado -por fortuna- a la belleza.
Judith Colell, Jordi Cadena y la productora Oberón me han permitido un nuevo acercamiento a este mundo, tan querido por mi, encargándome un dibujo para el cartel de Elisa K. Ha sido uno de los proyectos que más me han estimulado de todo lo que he venido haciendo últimamente. Y lo ha sido especialmente porqué la película ha representado, por su gran interés, un motor perfecto para mi trabajo.

Quiero agradecer públicamente a todas las personas que me han permitido establecer de nuevo esta relación.

Una apostilla. Se ha producido una nueva revolución: la aparición de internet. Seguramente el cine sufrirá algunos cambios. No sé muy bien por dónde irán. Pero el cine, con toda seguridad, sobrevivirá, como sobrevivió a la aparición de la televisión...

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