martes, 26 de junio de 2012

LECTURAS VERANIEGAS-6


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EL ARTESANO
Richard Sennett

Al terminar la entrada "Lecturas veraniegas-4", anticipaba que iba a introducir un nuevo concepto en este puzle que voy construyendo, lentamente, en torno a la creación. Aquí está : la artesanía.
Quien primero me hizo reflexionar sobre esta cuestión fue el pintor contemporáneo que más admiro, Balthus.
Muchas veces se refiere a este hecho, pero en el libro de conversaciones recopiladas por Cristina Carrillo de Albornoz hay una frase definitiva:
"Aborrezco la palabra artista y encuentro la palabra creación... pretenciosa... Como Picasso dijo en su momento no soy un artista pintor; en lo que a mí respecta, yo diría incluso que soy un artesano".

Pero vayamos al libro de Sennett. Lo más interesante de todo podría ser que casi ignora, o le parece irrelevante, la diferencia que pueda haber entre artesanía y arte. De hecho lo que ahora caracteriza al término  arte, proviene del siglo XIX o como muy pronto del XVIII. Antes arte y artesanía eran casi sinónimos.
No es el momento ni el lugar para apreciaciones etimológicas. Pero es a partir de la aparición del artista romántico cuando surge el concepto de expresión, de personalidad, etcétera.
Todo ello puede ser interesante desde algunos puntos de vista, y, que duda cabe, ha dado resultados plausibles.

Pero prefiero como Balthus la palabra artesanía.
¿Por qué? Principalmente porqué la artesanía se basa en unos principios que me son muy queridos:
el aprendizaje, la habilidad, esto es la búsqueda de la obra bien hecha, la paciencia, la serenidad, la lentitud con que se desarrolla una obra; pero sobre todo la aceptación de los maestros, de la maestría, aun cuando no lo sean en persona, lo son en sus obras. Y, todavía, el espacio del taller donde se va consumando una obra que da sentido a una vida...
Cada uno de estos apartados merecería en sí mismo un estudio singular. El libro de Sennett da muchas pistas. Curiosamente uno de los ejemplos con los que ilustra la obra bien hecha pertenece a la arquitectura, contraponiendo la Villa Moller de Adolf Loos con la casa diseñada por Wittgenstein para su hermana. He sentido la ausencia de Manuel de Solà-Morales, para poder comentar esta cuestión.

Pero el autor no habla únicamente de esto. A través de sus páginas vamos recorriendo un camino en el que se describe sin ningún entusiasmo el estado actual de la sociedad, haciendo gala, en muchos casos, de una clarividencia total. Según se indica en los créditos, la edición original es de 2008, justo el momento de aflorar en toda su magnitud la estupidez en que está sustentado nuestro mundo. El escritor parece que lo intuyera. La sociedad, como el arte, ha olvidado las virtudes de la artesanía, del trabajo bien hecho. Pretende que no hay modelos a seguir, pero si los hay. Y aquí el tiempo pierde el sentido. Por ejemplo, comparto con Balthus la línea de maestría que el mismo describe: Piero della Francesca, Poussin, Cézanne, por hacerlo breve. Para mí él mismo forma parte de esa cadena.

"El artesano" es un texto que no tiene desperdicio, desde diversos ángulos. A mí me interesa en particular en lo que se refiere a mi tarea. A las personas ajenas al mundo de la creación, les tiene que importar por su visión general del trabajo y de su inserción en la sociedad.

Coda
¿Cómo llegamos a conocer un libro entre la ingente oferta que hay? A veces un libro te conduce a otros. A veces visitando una librería un tomo te llama a gritos: ¡léeme!. A veces una persona amiga te recomienda un título. Debo la lectura de "El artesano" a Margarita Rivière, que me dijo "es un gran libro". Lo es, desde aquí, gracias.

La cita de Balthus que aparece al principio es de "Balthus, conversaciones recopiladas" de Cristina Carrillo de Albornoz, H Kliczkowski, Madrid.

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